La expansión de la oferta técnica y tecnológica representa una estrategia de modernización institucional
Nota basada en el artículo del Espectador, reseñado al final como fuente del documento.
La educación superior se enfrenta a un proceso de transformación producto del avance acelerado de la tecnología, los cambios en el mercado laboral, las nuevas formas de aprender y enseñar, y el impacto de las crisis sociales, económicas y ambientales. Se argumenta que ya no basta con ofrecer programas largos, teóricos y lineales; hoy se exige flexibilidad, pertinencia, agilidad y conexión directa con las necesidades reales de la sociedad.
Estas transformaciones afectan la manera como las universidades se orientan estratégicamente, estructuran su oferta académica y se relacionan con el entorno. ¿Cómo formar talento humano para un mundo que cambia constantemente?
Frente a este panorama, la educación técnica y tecnológica se consolida como una opción estratégica. No solo responde a las nuevas dinámicas del mundo del trabajo, sino que amplía las oportunidades de acceso, reduce brechas sociales y aporta a la transformación productiva del país. En este contexto, repensar la educación superior implica reconocer el valor de todas sus modalidades formativas, especialmente aquellas que por años han sido subestimadas. Las universidades, tradicionalmente centradas en programas de pregrado, maestría y doctorado, están abriendo cada vez más espacio a los programas técnicos y tecnológicos, configurando una oferta educativa diversificada y adaptada a los nuevos retos económicos y sociales del siglo XXI.
Durante décadas, obtener un título profesional universitario fue sinónimo de prestigio y estabilidad económica que permitía movilidad social. Sin embargo, los profundos cambios del mercado laboral, la automatización, la digitalización y la aparición constante de nuevas profesiones han transformado las necesidades de la formación educativa. Hoy, muchos jóvenes prefieren formaciones más cortas, de rápida inserción laboral y enfocadas en competencias concretas y aplicadas
El mercado laboral exige perfiles técnicos y tecnológicos altamente capacitados en áreas como tecnologías de la información, administración de datos, redes, logística, producción industrial, mantenimiento, salud y servicios digitales, entre muchas otras. Los proyectos de vida de los estudiantes también han cambiado ya que buscan opciones educativas ágiles, con posibilidad de actualización permanente y compatibles con otras responsabilidades personales y laborales.
Históricamente, la educación técnica y tecnológica ha sido injustamente vista como una “segunda opción”, se afirma en el artículo. Este estigma, aún presente en algunos entornos, responde a visiones reduccionistas del conocimiento que privilegian lo teórico por encima de lo práctico. Sin embargo, debemos preguntarnos si ¿el saber aplicado es el que transforma realidades, dinamiza economías y aporta soluciones concretas?
Esta percepción empieza a cambiar. Las experiencias internacionales más exitosas han demostrado que los sistemas educativos que combinan diferentes niveles y modalidades formativas son más efectivos, inclusivos y sostenibles. Los programas técnicos y tecnológicos ya no deben ser vistos como un camino paralelo, sino como una vía principal dentro de trayectorias flexibles y articuladas.
La implementación de programas técnicos y tecnológicos permite, además, ampliar el acceso a la educación superior. Para muchos jóvenes, estos programas representan una opción más asequible, tanto en tiempo como en costos, y ofrecen la posibilidad de continuar posteriormente estudios universitarios, gracias a los sistemas de ciclos propedéuticos y rutas articuladas
En contextos como el colombiano, donde aún existen brechas de equidad, estas modalidades formativas pueden convertirse en potentes herramientas para cerrar desigualdades, fortalecer el tejido productivo y diversificar las oportunidades de desarrollo profesional para amplios sectores de la población. La expansión de la oferta técnica y tecnológica representa, en suma, una estrategia de modernización institucional. Permite a las universidades responder con pertinencia y flexibilidad a las nuevas dinámicas de formación de talento humano, enriquecer su oferta académica, diversificar sus fuentes de financiamiento, fortalecer sus vínculos con el sector productivo y ampliar su impacto social.
En este contexto, los programas técnicos y tecnológicos son un componente esencial de un sistema de educación superior renovado, inclusivo y orientado a los desafíos del futuro.
Artículo escrito por:
Luisa Fernanda Bobadilla Murcia (Técnica de Planeación)
Fuentes:
El Espectador. (2025, junio 2). La crisis de la educación y sus respuestas. La crisis de la educación y sus respuestas | EL ESPECTADOR